Desde el día de
ayer contemplo contrariado las numerosas reacciones por parte del sector
conservador (y algunos votantes), echándose las manos a la cabeza por el acuerdo de
gobierno alcanzado entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Reconozco que no
esperaba que ocurriera tan rápido, pero lo esperaba. Y es cierto que puede
resultar contraproducente que después de haber repetido elecciones porque no
hubo acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, lo haya habido finalmente, y tan
deprisa. Que para eso, no se hubieran repetido elecciones. Sin embargo, tenemos
muy poca memoria.
Hay que recordar
que desde el principio Sánchez defendió que quería un gobierno monocolor y sin
ningún miembro de Podemos en el Consejo de Ministros, y que ese era su ideal de
gobierno. Pero llegó un momento, ante la obcecación de Iglesias, en el que
había que decidir si repetía elecciones o se abría a la coalición, y escogió
esto último. No olvidemos que se ofreció una vicepresidencia y cuatro
ministerios, pero no fueron suficientes para Iglesias. Primera causa de la
repetición electoral.
Tampoco
olvidemos que los otros partidos, PP y Ciudadanos, tuvieron en su mano la
abstención en la segunda votación en la investidura y no lo hicieron. Es cierto
que no están obligados a hacerlo con el sistema electoral vigente (¿para cuándo
el sistema a dos vueltas?), y que en 2016 era Sánchez quien defendía a capa y
espada el no a la abstención en la investidura de Rajoy (aunque el PSOE se
abstuvo), pero también es cierto que si no hay una alternativa de gobierno
(nadie más se presentó a ser investido), es irresponsable no abstenerse, sobre
todo ante una victoria tan abultada de tu rival político. Segunda causa de la
repetición electoral.
Luego están las
contradicciones y patinazos verbales de Sánchez, a las que nos tiene bastante
habituados. Todos recordamos su entrevista con Ferreras en las que dijo que “no
dormiría tranquilo con ministros de Podemos en el gobierno”. Pero volvemos a
tener poca memoria, o los medios coadyuvan excelentemente a la confusión. Tal
comentario, desafortunado en cualquier caso bajo mi punto de vista, se hizo en
relación a unos ministerios concretos que según decía Sánchez, Podemos le
estaba imponiendo en las negociaciones, básicamente el Ministerio Hacienda.
Lógico que dijera tal cosa, yo tampoco dormiría tranquilo francamente.
Dicho todo lo
cual, vayamos al meollo. De las numerosas (e indignadas) reacciones que no paro
de ver por redes sociales por parte de amigos y allegados, me llaman
especialmente la atención aquéllas que se permiten el lujo hablar en nombre de
los votantes del PSOE diciendo que deberíamos sentirnos engañados (la última del farsante de Abascal). Curiosa
empatía la suya. Deberíamos sentirnos engañados primero, porque Sánchez dijo
que no dormiría tranquilo con ministros de Podemos, y segundo, porque ha
repetido elecciones para acabar pactando con Podemos.
Respecto a lo primero, falso, ya hemos visto que lo de no dormir tranquilo era por el Ministerio de Hacienda, y creo que podemos afirmar con rotundidad que no va a estar dirigido por ningún miembro de Podemos. Y respecto a lo segundo, también hemos visto que antes de la repetición electoral Sánchez ya ofreció un gobierno de coalición a Podemos, que éste rechazó. Y por eso fuimos a segundas elecciones.
Aún no se saben
los detalles del acuerdo alcanzado ayer, pero ya se rumorea que consiste en una
vicepresidencia de políticas sociales para Iglesias y tres ministerios. Ya es
menos de la última oferta que se hizo antes de la repetición electoral.
Yo no me siento
engañado, ni conozco a ningún votante que así se sienta con el acuerdo de ayer,
de hecho, la mayoría de aquellos con los que he tenido la oportunidad de comentarlo hasta el momento, se sienten satisfechos. Es cierto que el PSOE
esperaba mejorar su resultado en las segundas elecciones, o al menos situarse
en una posición de mayor ventaja en unas nuevas negociaciones con Podemos, y
que no ha resultado así.
Pero lo que
clama el cielo, más teniendo en cuenta que ya no estamos en campaña, es la
postura adoptada después de lo sucedido ayer por el Partido Popular. El Sr.
Casado se siente indignadísimo por la "radical" coalición de
PSOE-Podemos y porque Sánchez ni siquiera le haya llamado, dando a entender que
hubieran estado dispuestos a pactar una gran coalición con el PSOE, o a
abstenerse. Quien a estas alturas se crea tal cosa es que no ha entendido nada
de lo ocurrido los últimos meses, o no ha querido entenderlo.
Si ya existían
escasas (muy escasas) posibilidades de que el Partido Popular pudiera
abstenerse en la investidura de Sánchez, después de la caída en desgracia de
Ciudadanos y, sobre todo, del abultado ascenso de Vox (alimentado por el voto "cabreado" ante los disturbios en Cataluña o descontento con los bandazos de Ciudadanos), dicha abstención nunca
iba a suceder. Con un partido como Vox, cuyos votantes en su mayoría provienen
del PP, soplándole en la nuca a éste, una eventual abstención a la investidura
del malvado Sánchez habría situado de facto a Vox como la verdadera oposición,
o al menos éste iba ser su discurso durante toda la legislatura. En el PP saben
que una abstención con Sánchez significa que Vox les seguiría comiendo terreno
hasta un posible “sorpasso”.
Por tanto, no
tengo ninguna duda de que Casado miente cuando da a entender que podría haber
llegado a un acuerdo con Sánchez. Pero es que además, sin ningún tipo de
remilgos califica al posible gobierno de PSOE-Podemos como un gobierno radical
y peligrosamente perjudicial para España, afirmando sin complejos que él y su
partido son los únicos realmente habilitados dirigir el país. Pobres de
nosotros que no nos damos cuenta.
Y con esto yo me
pregunto, ¿entonces qué hacemos, vamos a terceras elecciones, y cuartas,
quintas, hasta que el Partido Popular sume lo suficiente para formar gobierno?
El Sr. Casado, como el perro del Hortelano, ni come, ni deja comer.

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