miércoles, 13 de noviembre de 2019

Casado y el Perro del Hortelano

Desde el día de ayer contemplo contrariado las numerosas reacciones por parte del sector conservador (y algunos votantes), echándose las manos a la cabeza por el acuerdo de gobierno alcanzado entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Reconozco que no esperaba que ocurriera tan rápido, pero lo esperaba. Y es cierto que puede resultar contraproducente que después de haber repetido elecciones porque no hubo acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, lo haya habido finalmente, y tan deprisa. Que para eso, no se hubieran repetido elecciones. Sin embargo, tenemos muy poca memoria.

Hay que recordar que desde el principio Sánchez defendió que quería un gobierno monocolor y sin ningún miembro de Podemos en el Consejo de Ministros, y que ese era su ideal de gobierno. Pero llegó un momento, ante la obcecación de Iglesias, en el que había que decidir si repetía elecciones o se abría a la coalición, y escogió esto último. No olvidemos que se ofreció una vicepresidencia y cuatro ministerios, pero no fueron suficientes para Iglesias. Primera causa de la repetición electoral.

Tampoco olvidemos que los otros partidos, PP y Ciudadanos, tuvieron en su mano la abstención en la segunda votación en la investidura y no lo hicieron. Es cierto que no están obligados a hacerlo con el sistema electoral vigente (¿para cuándo el sistema a dos vueltas?), y que en 2016 era Sánchez quien defendía a capa y espada el no a la abstención en la investidura de Rajoy (aunque el PSOE se abstuvo), pero también es cierto que si no hay una alternativa de gobierno (nadie más se presentó a ser investido), es irresponsable no abstenerse, sobre todo ante una victoria tan abultada de tu rival político. Segunda causa de la repetición electoral.

Luego están las contradicciones y patinazos verbales de Sánchez, a las que nos tiene bastante habituados. Todos recordamos su entrevista con Ferreras en las que dijo que “no dormiría tranquilo con ministros de Podemos en el gobierno”. Pero volvemos a tener poca memoria, o los medios coadyuvan excelentemente a la confusión. Tal comentario, desafortunado en cualquier caso bajo mi punto de vista, se hizo en relación a unos ministerios concretos que según decía Sánchez, Podemos le estaba imponiendo en las negociaciones, básicamente el Ministerio Hacienda. Lógico que dijera tal cosa, yo tampoco dormiría tranquilo francamente.

Dicho todo lo cual, vayamos al meollo. De las numerosas (e indignadas) reacciones que no paro de ver por redes sociales por parte de amigos y allegados, me llaman especialmente la atención aquéllas que se permiten el lujo hablar en nombre de los votantes del PSOE diciendo que deberíamos sentirnos engañados (la última del farsante de Abascal). Curiosa empatía la suya. Deberíamos sentirnos engañados primero, porque Sánchez dijo que no dormiría tranquilo con ministros de Podemos, y segundo, porque ha repetido elecciones para acabar pactando con Podemos.

Respecto a lo primero, falso, ya hemos visto que lo de no dormir tranquilo era por el Ministerio de Hacienda, y creo que podemos afirmar con rotundidad que no va a estar dirigido por ningún miembro de Podemos. Y respecto a lo segundo, también hemos visto que antes de la repetición electoral Sánchez ya ofreció un gobierno de coalición a Podemos, que éste rechazó. Y por eso fuimos a segundas elecciones.

Aún no se saben los detalles del acuerdo alcanzado ayer, pero ya se rumorea que consiste en una vicepresidencia de políticas sociales para Iglesias y tres ministerios. Ya es menos de la última oferta que se hizo antes de la repetición electoral.

Yo no me siento engañado, ni conozco a ningún votante que así se sienta con el acuerdo de ayer, de hecho, la mayoría de aquellos con los que he tenido la oportunidad de comentarlo hasta el momento, se sienten satisfechos. Es cierto que el PSOE esperaba mejorar su resultado en las segundas elecciones, o al menos situarse en una posición de mayor ventaja en unas nuevas negociaciones con Podemos, y que no ha resultado así.

Pero lo que clama el cielo, más teniendo en cuenta que ya no estamos en campaña, es la postura adoptada después de lo sucedido ayer por el Partido Popular. El Sr. Casado se siente indignadísimo por la "radical" coalición de PSOE-Podemos y porque Sánchez ni siquiera le haya llamado, dando a entender que hubieran estado dispuestos a pactar una gran coalición con el PSOE, o a abstenerse. Quien a estas alturas se crea tal cosa es que no ha entendido nada de lo ocurrido los últimos meses, o no ha querido entenderlo.

Si ya existían escasas (muy escasas) posibilidades de que el Partido Popular pudiera abstenerse en la investidura de Sánchez, después de la caída en desgracia de Ciudadanos y, sobre todo, del abultado ascenso de Vox (alimentado por el voto "cabreado" ante los disturbios en Cataluña o descontento con los bandazos de Ciudadanos), dicha abstención nunca iba a suceder. Con un partido como Vox, cuyos votantes en su mayoría provienen del PP, soplándole en la nuca a éste, una eventual abstención a la investidura del malvado Sánchez habría situado de facto a Vox como la verdadera oposición, o al menos éste iba ser su discurso durante toda la legislatura. En el PP saben que una abstención con Sánchez significa que Vox les seguiría comiendo terreno hasta un posible “sorpasso”.

Por tanto, no tengo ninguna duda de que Casado miente cuando da a entender que podría haber llegado a un acuerdo con Sánchez. Pero es que además, sin ningún tipo de remilgos califica al posible gobierno de PSOE-Podemos como un gobierno radical y peligrosamente perjudicial para España, afirmando sin complejos que él y su partido son los únicos realmente habilitados dirigir el país. Pobres de nosotros que no nos damos cuenta.


Y con esto yo me pregunto, ¿entonces qué hacemos, vamos a terceras elecciones, y cuartas, quintas, hasta que el Partido Popular sume lo suficiente para formar gobierno? El Sr. Casado, como el perro del Hortelano, ni come, ni deja comer.



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